13 noviembre 2006

Dos veces en un fin de semana

Hacía años que no salía viernes y sábado. Para alguien como yo, que puede estar tranquilamente 6 meses sin pisar un bar-taberna-pub-discoteca (y quien dice 6 meses bien puede decir el tiempo que quiera) el salir dos días seguidos suena bastante extraño.

Pero ahí estuvimos. El viernes fuimos a Palos. Es lo más parecido a un pub europeo que hay por aquí. De hecho, se parece a los que estuve viendo en Andalucía este verano. Es un patio, abierto al aire libre. Bastante grande. Con un precio por entrar (20$) que, junto al derecho de admisión (por el que tuve que volver a casa a cambiar mis zapatillas por zapatos y mi camiseta por camisa) impide entrar a los que no tengan un cierto poder adquisitivo. Al parecer, es el sitio donde más blancos puedes encontrar en la noche luandesa. Si vas con coche, es importante llegar antes de las 12 para aparcar cerca de la puerta. La cantidad de metros del coche a la puerta (tanto al entrar como al salir) es proporcional a las posibilidades de ser asaltado. No obstante, a las 2 de la mañana hay tanta gente que apenas puedes moverte.

El sábado por la mañana fuimos a la playa. Tomamos el sol, nos bañamos, me quemé. Comimos, me quemé. Lo típico. Salvo por una cosa. Los candongueiros siempre son distintos. Hay dos tipos. Las furgonetas azules y blancas y los que hacen de kandongueiros pero son turismos de 4 plazas (o cinco muy apretadas). Tuvimos la suerte de coger dos de éstos. Digo la suerte porque, pagando un poco más (200 kwanzas a la ida y 400 a la vuelta) pudimos ir, nosotros solos con el conductor, de casa a la playa y de la playa a casa. Si coges un taxi el viaje sale por 1500 ida y 1500 vuelta.

Y por la noche fiesta angolana. Eramos los únicos blancos de entre las 50 personas que había allí. 3500 kwanzas para entrar daban derecho a comida y bebida. Las fiestas "privadas" en angola se suelen organizar en los áticos de los edificios. Se prepara el generador, una mesa para pinchar discos, unos buenos altavoces, y... a bailar hasta las 6 de la madrugada. Como el chaval que nos llevó conocía a mucha gente nos admitieron sin más. Claro que la admisión no parece incluir que puedas bailar kizomba como sí hacen los demás, que van cambiando de pareja sin parar. Supongo que, al ser una fiesta privada, donde todos se conocían, no debía estar muy bien visto bailar con el chico blanco nuevo. Así que tras intentarlo unas cuantas veces me limité a disfrutar de ver cómo bailaban ellos. En otro post hablaré con más tranquilidad de este baile, tan dinámico a veces y tan sumamente inmóvil otras. Los pasos son siempre los mismos. Pero si la música es lo suficientemente lenta o si, entre los integrantes de la pareja, hay la sufiente complicidad, se limitan a cerrar los ojos y dejar que sus cuerpos, completamente pegados, se mezcan mutuamente. Mucho había oído de lo sexual de este baile. No me lo pareció tanto, ni mucho menos. No para ellos. No como yo lo vi. Quizá sentirlo sea diferente. Pero eso será si me dejan. :-D

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Shall we dance?

Un barquero chiquitito dijo...

mmmm.

La peli no es muy buena, la verdad. ;-)

Anónimo dijo...

Jorgito,
me voy a poner celosa, q en Madrid no bailaste ni una sola vez conmigo!!! ¿es porque soy blanca? ;-P

POPI

Anónimo dijo...

Hola. Me voy a Luanda en Enero para trabajar unos 6 meses. No sé nada de ese sitio, he leido tu blog y me parecio interesante. Te dejo mi email y me gustaria que conectaras conmigo porque quiero tener más información sobre Luanda y un amigo en cuanto vaya para alla. Mi email es manuelasued@hotmail.com

Gracias