11 enero 2007

Palabras vanas

A fines del año pasado se publicó el reporte final del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones. El año comenzó con la amistosa invasión de Somalia por parte del ejército etiope. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Nada. El reporte es una aparatosa colección de vacuidades para hacer frente a un problema imaginario: ni remotamente sirve para entender qué pasa en Somalia —donde el régimen de los Tribunales Islámicos ha sido derrocado— ni lo que pasa en Sudán, donde el gobierno islamista de Omar el-Bechir sigue masacrando a la población de Darfur, ni lo que pasa en Palestina, en la confrontación entre Hamas y al-Fatah. Se dirá que el grupo no se creó para eso y es verdad. Eso es lo malo.[...]

El “choque de las civilizaciones” es una invención intelectualmente indefendible pero políticamente muy eficaz, que ha servido sobre todo para dar una aparente (sólo aparente) coherencia a la política exterior estadunidense y ha contribuido también a dar credibilidad a la estrategia del islamismo radical: los intereses en juego son otros y los escenarios son otros, no las civilizaciones.


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