22 febrero 2007

Sobre la investigación y el rigor histórico

Estaba leyendo la noticia de que Un equipo de investigadores españoles halla en Siria restos de una de ciudad de más de 5.500 años cuando en los comentarios he visto una alusión a ciudades sumergidas mucho más antiguas: "...las primeras ciudades datan del final de la ultima era glaciar, hace 12000 años. Hay ciudades sumergidas cerca de la india, japón, china, etc..."

A pesar de que, hasta no hace mucho tiempo, me gustaba mucho leer esta clase de historias (y he de reconocer que todavía me gusta dejar volar mi imaginación con ellas), eso no quita para que esté muy lejos de criticar a los historiadores de verdad por no aplaudir y secundar cada nueva teoría, por rocambolesca que sea, que aparece en los medios.

Un historiador de verdad está obligado a realizar una labor de investigación, de contrastación de datos, de estudio de toda la bibliografía existente que, para escribir un libro mediano, le podría llevar varios años en el mejor de los casos. Después sigue obligado a realizar las revisiones pertinentes conforme nuevas evidencias salgan a la luz y sean comprobadas con el mismo rigor que él comprobó lo escrito en su libro.

Por todo ello resulta difícil que una persona que trabaje de esta forma deje que una teoría, que no se base en la investigación sobre el terreno de un grupo de especialistas concienzudos, pueda alterar su trabajo. Esta negativa se puede ver desde muchos puntos de vista. Yo lo veo como dos formas de trabajar incompatibles. La historia busca acercarse lo máximo posible a la certeza absoluta de lo que sucedió, donde las interpretaciones estén de más, por ello no puede dar cabida a nada que no cumpla con esa condición. Y eso tiene sus ventajas, porque cuando uno coje un libro de historia "sabe" que lo que hay ahí escrito es sólo la verdad, o por lo menos, lo que a la fecha de edición del libro, se había comprobado que sí había sucedido.

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