13 agosto 2007

Volviendo al tema de los becarios

Otra desagradable experiencia de una estudiante en una empresa de Finlandia me vuelve a hacer pensar en todo este asunto.

Lo de esta pobre chica es de cajón: completamente ilusionada, deseosa de aprovechar la oportunidad que se le presenta de viajar fuera con una beca, pasa por alto todas y cada una de las "contraindicaciones" de su particular destino, algunas de ellas tan evidentes que hacen pensar en una completa obnubilación.

Ramdane [el jefe], en esas charlas por chat, se mostraba vehemente y "enfadica". "Me pidió que le llamase todas las noches con el programa Skype. Y una semana antes del viaje, de muy malos modos, que le pusiera la webcam. Le dije que no tenía y que sólo necesitaba que me explicase cómo ir del aeropuerto a la empresa", cuenta Almudena. "Como no se la puse, se enfadó, me cortó y ya no volvió a contestar a mis correos electrónicos, me generó gran incertidumbre", añade. Un día antes del viaje, él le envió un e-mail. "Tráeme los papeles del convenio con la Universidad", le ordenó. Ese trámite debía hacerlo la Universidad y no ella. "Más te vale que traigas los papeles o no vengas. Eres una persona complicada y más vale que empieces a cumplir mis órdenes o yo no te firmo ningún convenio".
¿Es éste un caso aislado de alejamiento de la realidad? No. ¿Es curable? Tampoco. Me explico: siendo jóvenes tenemos la ventaja de tener toda la vida por delante pero la desventaja de tener poca vida detrás. Los humanos preveemos el futuro en función de nuestras experiencias pasadas así que si no tenemos de eso (años detrás), nuestras previsiones se basan en ... nada. Y ahí entra de lleno la ilusión, la esperanza, los sueños, la juventud. La juventud no se puede curar. O más bien, la única cura que tiene es el tiempo. Eso lo saben los adultos y creen, al igual que yo, que es importante que los más jóvenes se equivoquen y se fabriquen sus propias experiencias. Que se curtan, vamos.

No obstante existe una enorme diferencia entre dejar que los jóvenes se curtan y aprovecharse de su inexperiencia. Las becas, hasta donde yo sé, puede que tengan algo de lo primero, de ese dar una oportunidad a los jóvenes de aprender pero, si tenemos que hablar de su componete principal, en realidad instrumentalizan un mecanismo para exprimir la ilusión de unas personas que no saben dónde se meten.

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3 comentarios:

boronat dijo...

tuve una experiencia personal con una beca Leonardo parecida, no tan grave, pero también hasta cierto punto escandalosa.

por otras historias que he oido al respecto, se repiten los mismos factores:
- universidad de valladolid gestionando la beca
- microempresa (una persona) que recibe a uno o varios becarios que no le cuesta nada
- abuso de la posición dominante de la empresa
- bajada de pantalones de la parte gestora universitaria
- esto no lo se pero lo supongo: despues de conocer un problema en la empresa, esta seguirá admitiendo becarios.

cuando recapitulas lo positivo es que te han curtido: ahora que sabes como se las gastan los hijosdeputa, tendrás más fácil reconocerlos más adelante

Un barquero chiquitito dijo...

O sea que la Universidad de Valladolid es reincidente. No sé por qué me da que después de este artículo la gente se lo pensará dos veces y los que estén a cargo de las becas en esa universidad serán mirados con otros ojos.

Anónimo dijo...

Es realmente escandaloso.
Vaya susto innecesario si la universidad hubiese hecho los deberes y comprobado cómo era la empresa.
Bochornoso de todo punto.
Nunila