30 abril 2008

In Treatment: están locos estos psicólogos

In Treatment es la última apuesta de HBO, creadora de series como Los Soprano, The Wire, A 2 metros bajo tierra...

De formato diario, la trama gira alrededor de un psicólogo que pasa consulta a cinco pacientes (3 más una pareja) los lunes, martes, miércoles y jueves. Además, los viernes visita a otra terapeuta, a quien le cuenta sus propios problemas. Esta misma secuencia, de lunes a viernes, es la que han seguido la emisión de los capítulos en USA. Así, los 43 capítulos de la primera (¿y única?) temporada se han podido disfrutar en apenas 2 meses.

Casi todos los episodios transcurren dentro de la habitación donde se realiza la terapia (ya sea la del psicólogo protagonista o la de la terapeuta que le atiende a su vez) y son, tal cual, los 30 minutos que dura cada una de las sesiones.

La calidad de las interpretaciones, de los diálogos, de la dirección, de la ambientación es... enorme, como en cualquiera de las series de HBO.

Y sin embargo no puedo evitar sentirme decepcionado. Y no es la primera vez que me pasa con HBO. Me sucedió antes con Los Soprano. Era tan, tan, tan buena que al final parecía que su principal objetivo fuera mantener o escalar en el nivel de calidad. Hacían continuos guiños a esto o aquello. Todo muy sutil, y siempre enmarcado en la perfección técnica e interpretativa. Tanto es así que parecieron olvidarse de que la trama fuera verosimil.

Con In Treatment parece haberse repetido la misma situación. Pero, lo que es peor, esta vez desde el capítulo 5 y no en la 5ª temporada como pasó con Los Soprano. Por poner un ejemplo de incongruencia: me resulta alucinante que los personajes que más objetividad le pongan a todo lo que sucede durante la serie sean los dos hijos mayores del protagonista: un chico de apenas 20 años y una adolescente de 16.

Para mí, el error se resume en que que la personalidad del actor principal oscila entre la de un agudísimo observador-terapeuta, capaz de bucear en los secretos más recónditos de cualquiera de sus pacientes, y la de un completo imbécil, incapaz de ver más allá de sus narices en los problemas que le atañen. Al contrario que cuando trabaja, cuando habla con su mujer o sus hijos muestra una absoluta, y absurda, falta de empatía. Lo mismo le sucede con su terapeuta o con la paciente que le confiesa su amor en el primer episodio. Son sus personas más próximas, nunca él, las capaces de explicar los problemas que le atormentan poniéndose en su lugar, mientras él está inmerso en algún tipo de círculo argumentativo sin sentido.

Así, la distancia entre las dos versiones del personaje principal es tan abismal, tan increíble, que resulta obvio que se fuerza para dar empaque a la serie. Y, en mi opinión, acaba destruyendo todo rasgo de verosimilitud que pueda tener la trama general, la que habla de su situación personal.

En cambio, como he dicho, los diálogos y las historias paralelas que se centran en las consultas de cada uno de sus pacientes (uno para cada día de la semana que se repiten hasta llegar a las 6 ó 7 sesiones para cada uno) son brillantes. El psicólogo se muestra inquisitivo, rápido, conciliador... También se equivoca, pasa malos ratos y se los hace pasar a sus pacientes. Discuten y encuentran soluciones. Pero todo parece, simplemente, creíble. Además de perfecto en todos los aspectos técnicos, cada escena se desarrolla de forma coherente con respecto a lo que ha sucedido antes.

La pena es que, cual Dr. Jekyll y Mr. Hyde (e incluso de forma más acusada), el personaje se transforme en cuanto no está profesionalmente actuando como terapeuta.

En resumen, In Treatment no se puede calificar como un producto bien acabado. Más bien son dos: por un lado una gran serie sobre psicoterapia (bienvenida sea) y, por otro, una serie del montón, que acude a las triquiñuelas de siempre (infidelidad, chica muy atractiva enamorada del prota, romanticismo, sentimiento de culpa, vaivenes emocionales) ocultándolos o queriéndolos validar mediante un lenguaje pseudo-psicológico. Una lástima.

Varios enlaces sobre la serie: 1, 2, 3, 4.

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05 abril 2008

Y dios creó a la mujer

Bueno, en realidad, y según las últimas investigaciones, ese señor creó antes a la hembra del mono para que nosotros evolucionásemos a partir de ella, pero eso es otra historia.

Ahora a lo que iba. Estaba leyendo en ScienceDaily un interesante artículo sobre cómo los hombres somos capaces de tomar toda clase de riesgos, que de otra forma no tomaríamos, cuando la imagen de una atractiva mujer se cruza en nuestro camino.

Pero en esta web también puedes ver artículos relacionados con el que estés leyendo. Y los que aparecían no tienen desperdicio:

* La elección de la pareja por parte de las mujeres ha ido descartando tipos de rostros "menos atractivos" (a esto se le llama evolución).
* La bisexualidad entre las mujeres no parece ser un paso hacia el lesbianismo (esto no tiene mucho que ver con el tema pero me resulta sorprendente que alguien pueda preguntarse una cosa así hasta el punto de hacer un estudio).
* Cuando las mujeres ovulan los hombres nos volvemos más agresivos entre nosotros.
* Y por último, y para rematar: cuanto más atractiva es una mujer más pide del hombre que haya de ser su pareja (algo que no pasa con los hombres, que independientemente de lo atractivos que seamos no cambiamos nuestras preferencias).

Es decir, superados por casi todos los tiempos de la sección femenina franquista, parece que la época de reconocer que, básicamente, estamos a su merced, está llegando. Señores, tengan cuidado ahí fuera.

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