23 mayo 2008

Dormir es necesario

Y cuando se duerme es siempre porque se necesita. Es decir, que alguien duerma mucho, sea a la hora que sea, no quiere decir, en ningún caso, que sea perezoso. Simplemente tiene que hacerlo.

Todavía hoy no se sabe a ciencia cierta para qué sirve. Se conocen algunas consecuencias de no hacerlo. Tendencia a la diabetes, a la obesidad, al "atontamiento", a la disminución de las defensas o incluso al cáncer se cuentan entre ellas. Pero no sabemos muy bien qué función exacta cumple nuestra necesidad de dormir.

Esa necesidad varía según la edad. Los bebés duermen casi todo el día y, durante la niñez, las horas no suelen bajar de las 10-13. Sobre los 20 años la media desciende a las 8 y se mantiene así toda la edad adulta.

Durante la adolescencia, en cambio, ocurre un fenómento extraño. Se cree que debido a la incipiente, y un poco descontrolada, producción hormonal los jóvenes "necesitan" permanecer despiertos hasta más tarde. Este fenómeno es curioso porque se da tanto en lugares donde las fiestas nocturnas están a la orden del día como en lugares donde no las hay. Es como si tuvieran un constante subidón que les impidiese dormir a la hora que lo hacen los adultos. Salir por la noche, jugar con la consola, leer bajo las sábanas con una linterna o quedarse hablando con un hermano o un amigo en voz baja son actividades que todos hemos hecho más de una vez y que, invariablemente, se vuelven mucho menos asiduas conforme pasan los años. La razón parece ser que, al llegar la edad adulta, nuestros ritmos de sueño ya no responden a las hormonas (aunque no sabemos todavía cuál es el mecanismo exacto ni su razón evolutiva). Ya no vemos tan "excitante" hacer esas cosas.

A pesar de que su cuerpo le diga que no es hora de acostarse, que quedan todavía un montón de cosas por hacer, el adolescente necesita dormir. 9 horas de media. Siempre hay excepciones pero no dejan de ser eso, casos muy concretos. Así pues, desde un punto de vista biológico, hacer que un adolescente se levante pronto para ir a clase no es una buena idea. Estudios sobre el tema dicen que retrasar la hora de levantarse no conlleva que el adolescente se acueste más tarde. Su reloj biológico parece marcarles una hora independientemente de cuál sea la que su despertador tenga memorizada para empezar a sonar. Así que lo mejor, para que no vayan atontados durante todo el día, pasaría por ejemplo por retrasar el inicio de las clases.

Todo esto que digo y mucho más lo he sacado de los fantásticos, extensos y minuciosos artículos sobre el sueño en humanos que ha ido escribiendo Coturnix, el autor de A blog around the clock. En ellos enlaza a múltiples estudios, propios y ajenos. Si queréis saber lo que sea acerca de esa actividad llamada dormir, ese es un excelente sitio por donde empezar.

Ahí van unos pocos enlaces: 1, 2, 3, 4.

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