22 mayo 2008

El saber sí ocupa lugar

Hace un mes salió en todos los medios que casi nos extinguimos hace 40.000 años. Únicamente 2000 de nosotros, o incluso menos, quedaban en toda África. Divididos en pequeños grupos, la hipótesis más aceptada dice que un cambio climático, empezó a hacer mucho calor, hizo descender nuestro número hasta casi dejarnos sin futuro.

Un futuro que comparten a la hora de publicar este post 6,669,156,692 personas. Más de un tercio son chinos o indios. Y, entre todos, en 2006, generamos 3 millones de veces más información en formato digital que todos los libros escritos hasta entonces.

Bien es cierto que en estas cifras hay un poco de trampa porque la gran mayoría de esa información digital lo ocupan archivos multimedia: vídeos, audio, etc., cuyo tamaño es mucho mayor que el del simple texto. No obstante la cantidad es brutal y se espera que para 2010 se multiplique por 6.

En 1452 nacía el prototipo de hombre renacentista. A Leonardo da Vinci le dio tiempo en sus 67 años de vida a conocer y ampliar muchos de los ámbitos del saber de su época. Dotado muy probablemente de una inteligencia fuera de lo común leyó, aprendió y mejoró todo lo que estuvo a su alcance.

Si nos fiamos de las estadística hoy debe haber en el mundo entre 6 y 60 millones de personas (1 entre 100 ó mil) tan o más inteligentes que el fabuloso Leonardo. Es decir, juntándolos a todos podrían llegar a sumar la población del Reino Unido o, como poco, la de Paraguay. Es cierto que no todos están escolarizados y han recibido una buena educación que les permita exprimir al máximo su talento. Digamos que, en el peor de los casos, nos quedamos con una centésima parte de 6 millones. Nos quedan 60.000 personas con la capacidad de hacer cosas enormes por la humanidad.

¿Dónde están? ¿A qué se dedican esas personas? La respuesta: son los mejores en su ámbito del saber. Lo que ocurre es que ya nadie, jamás, y cada vez menos, podrá abarcar ni la milésima parte del conocimiento a nuestro alcance. Los que dedican su vida a la ciencia apenas consiguen modificar el conocimiento en el área que eligieron mientras, en el camino, tuvieron que deshechar el aprender algo de todo lo demás para poder concentrarse en su materia. Y aunque sean auténticos Leonardos puede que nadie fuera de su grupo de trabajo se lo reconozca. A ellos les debemos todos los adelantos de los que hoy disfrutamos: la electricidad, el agua potable, la calefacción, los medicamentos, la genética, la nevera, las casas donde vivimos, los coches, internet, esas zapatillas tan chulas o la cámara digital que te acabas de comprar... Por todo ello y a todos ellos gracias.

En cuanto a los que formamos parte del otro 999 por mil, a los que todavía podemos digerir menos información...

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