11 junio 2008

Tengo 112 años, ¿es eso grave, doctor?

Una mujer holandesa de 82 años decidió firmar, en 1972, un consentimiento para donar su cuerpo a la ciencia tras su muerte.

30 años después le entraron las dudas sobre si la ciencia obtendría algún beneficio de un cadáver de más de 112 años (todavía no había muerto), así que llamó a los médicos para preguntárselo.

Estos, sorprendidos al principio ante la llamada, decidieron hacerle una batería de pruebas y comprobaron que, salvo un problema de visión, la anciana estaba perfectamente y su mente funcionaba mejor que bien, siendo comparable a la de una persona saludable con 50 años menos.

Cumplidos los 115 la mujer murió de un tumor en el estómago. Le realizaron la autopsia y comprobaron que su cerebro, como habían podido comprobar con los test hacía 3 años, estaba en perfectas condiciones.

Casos como éste hacen que los expertos se planteen dudas acerca de qué papel desempeña la edad en las enfermedades neurodegenerativas. ¿De verdad cumplir años hace que nos volvamos seniles? ¿O son otros factores, ambientales, sociales y asociados indirectamente con la vejez los desencadenantes? ¿Dónde empieza la predisposición genética y dónde los incentivos que hacen que aparezca la enfermedad?

Visto en Neurophilosophy

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