Él, curandero de profesión, practicante de técnicas tan saludables como beneficiarse a sus pacientes para que mejoren de sus enfermedades (incluso eliminando todo rastro de SIDA) y ella, esposa cornuda (y puede que algo celosa), estaban discutiendo cuando ésta última se abalanzó sobre la entrepierna de él, quitándole los pantalones y calzoncillos y consiguiendo, en un alarde de agilidad y precisión, alcanzar el escroto con los dientes.
Zas!
Visto en Angonoticias, donde una vez más es recomendable echarle un vistazo a los comentarios.
Recomendación cinematográfica (por gentileza de nushu): Dexter.
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