El cuerpo humano tiene un reloj interno. Le gusta levantarse, trabajar, echarse la siesta o ver la tele antes de dormir a una determinada hora. Este reloj depende sobre todo de la intensidad lumínica y de la temperatura que el cuerpo percibe (muy variable en nuestros días debido a la existencia de la energía eléctrica). En función de la cantidad de luz el cuerpo se activa o se relaja y no hacer coincidir nuestros relojes internos con los mecánicos puede provocar estress en diversos grados.
Los mecanismos que rigen esta agenda corporal son conocidos, hasta cierto punto, y gracias a ello se ha creado un dispositivo que revela al usuario, que no lo tenga muy claro, qué nivel de actividad está dispuesto a realizar su cuerpo en cada momento.
Visto en ScienceDaily via A blog around the Clock.
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