Haber apostado. Da igual que ganes o pierdas. Aunque adores el deporte que se juegue en el partido, si se te ha ocurrido apostar sobre el discurrir del mismo es mejor que ni lo veas porque, desde el primer hasta el último segundo, no dejarás de pasarlo mal.
Por supuesto todo esto tiene su base científica (no me lo estoy inventando).
Añado: por el mismo principio, querer que gane alguien el partido tampoco te puede dejar disfrutar del juego en su totalidad (y esto sí es una opinión mía).
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