12 noviembre 2008

Psicología y educación

Cuando somos pequeños y nos preguntamos para qué exactamente tenemos que estudiar todas esas materias que nos enseñan en los colegios e institutos, nuestros mayores nos contestan con frases como: "para que tengas una educación", "para que sepas manejarte por la vida", "lo vas a necesitar".

Lo cierto es que, si no estudias más allá de la educación secundaria obligatoria, el 90% de lo que hayas tenido que ver en clase no te servirá de nada. Si continúas estudiando (te especializas), el porcentaje baja, con suerte, a un 70%.

Está claro que todo el mundo necesita saber leer y escribir. Sumar, restar, multiplicar y dividir. Mmmmm ¿Qué más? ¿Qué otra cosa necesitamos en nuestros quehaceres diarios, cualesquiera que estos puedan ser, en cualquier trabajo que podamos realizar, en cualquier relación personal o laboral? ¿Ciencias naturales? ¿Plástica? ¿Educación física? ¿Música? ¿Matemáticas a partir de sexto de primaria? ¿Historia? ¿Geografía? ¿Dibujo? ¿Religión?

Hay una ciencia que estudia las relaciones humanas, la resolución de conflictos, el pensamiento lógico, el amor, la amistad, la angustia, los problemas con los padres o los amigos... Una ciencia que, curiosamente, no se imparte como materia obligatoria de 4 horas semanales en todos y cada uno de los cursos de la educación obligatoria. Nos hacen aprender todas las capitales de África, todos la genealogía de los Borbones, trigonometría, la voltereta hacia atrás, qué es una semicorchea... Y a nadie se le ocurre enseñarnos a pensar de forma metódica y estructurada, a ser críticos , a analizar lo que ocurre a nuestro alrededor, en nuestras relaciones con los demás. Lo único que vamos a tener que hacer, sí o sí, durante toda nuestra vida, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, es lo único para lo que nadie nos prepara.

No tengo muy claro por qué esto es así. Me imagino que a muchos profesores les daría un ataque si tuvieran que "aguantar" a una clase de alumnos que pensasen por sí mismos, que cuestionasen sus palabras y que quisiesen saber más. Lo mismo sucedería con la mayoría de los padres y con muchas estructuras basadas en la autoridad. Sin embargo, dada la situación por la que pasa nuestra educación en España, algo habrá que hacer. Está claro que hay muchas cosas que no funcionan, y no me parece que se esté haciendo lo suficiente como para mejorarlas. Los chavales ahora, a pesar de que vuelven locos a los profesores, no son críticos en absoluto. Tampoco lo éramos antes, cuando permanecíamos callados y obedientes. Sin embargo, ahora son un problema para sus mayores.

Parece difícil que volvamos a ser la sociedad ultraconservadora, que maniataba por completo, de hace 40, 30 ó 20 años. Por eso, los alumnos seguirán siendo un quebradero de cabeza hasta el día que piensen por sí mismos. A partir de ese momento seguirán siéndolo, por eso de que sus mayores no llevarán muy bien el ser cuestionados, pero sólo hasta que esos jóvenes pasen a ser los profesores, los jefes o los padres. Entonces profesores, padres y alumnos volverán a tener algo en común. Y, al contrario que durante una dictadura, no será la opresión ni el miedo.

Lectura recomendada: Science and Pseudoscience in Clinical Psychology

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