El ser humano inventó la agricultura hace 10.000 años en Mesopotamia. Sin grandes barreras naturales o climáticas, dicho conocimiento, y el de la ganadería, se extendió hacia el Este y, en el 7000 a.C., aparecieron los primeros cultivos en el valle del Indo.
5000 años después, hacia el II milenio a.C. el valle del Indo estaba en su apogeo. Rico en recursos gracias a sus ríos, contaba con más de 5 millones de personas y conocía la planificación urbanística, el alcantarillado o la escritura.
Sin embargo, al igual que sucedió en Mesopotamia, hacia el 1500 a.C. aquella civilización colapsó, probablemente por un cambio climático, dejando paso al dominio védico, un pueblo de pastores que acabó volviéndose sedentario.
Hacia el 600 a.C. el dominio védico se había traducido en 16 monarquías hereditarias, cuyos gobernantes, apoyados por sacerdotes, decían estar emparentados con dinastías celestiales. A veces decían descender del Sol y a veces de la Luna. Fuera como fuese, los ritos religiosos estaban controlados por una élite que también ostentaba el poder. En ese contexto apareció el Hinduismo. Y aunque con raíces védicas, la nueva religión permitía una salvación más democrática, sin necesidad de pasar por los sacerdotes.
Perteneciente a un clan hinduista del reino de Sakia, al pie de los Himalayas, Buda Gautama disfrutó de todos los placeres de una vida principesca al mismo tiempo que vivió una época convulsa, en la que se atacaban los cultos establecidos. Como noble y persona instruida, Buda recibió una educación y se versó en la religión hinduista, que es monoteísta con múltiples manifestaciones divinas y cree en la reencarnación. A través de dichas enseñanzas, Buda aprendió diferentes métodos parra llegar a la liberación (fundirse con el dios único), algo que se alcanzaba deshaciéndose del karma, bueno o malo, que se arrastra de vidas pasadas.
Pero a Buda no parecieron terminar de convencerle los métodos que había aprendido. Era un noble. Tenía dinero, poder y todo lo que pudiera desear. Tenía también tiempo libre para practicar y pensar. Lo hacía y, aún así, no alcanzaba la liberación.
¿Qué buscaba Buda? ¿Buscaba simplemente dejar de sufrir? La liberación, según le habían enseñado, consistía en llegar a un balance nulo de karma. No tener cosas que pagar ni cosas que recibir al finalizar su vida le harían fundirse con la Luz divina. Ése era su objetivo. Buda no sólo buscaba no tener que sufrir sino que también buscaba no recoger más frutos de buenas acciones en vidas futuras, porque eso también significaba reencarnarse. Si quería iluminarse, tenía que distanciarse de sus acciones, de manera que dichas acciones no entrasen a formar parte de su cuenta de resultados del karma.
Así que ideó su propio método. Un método con el que poder alejarse en vida de lo que sentía su cuerpo, haciéndole capaz de no seguir sus impulsos, ni los buenos ni los malos. Había creado Vipassana. Una técnica que, desde un punto de vista práctico, te permite pararte a pensar y tomar mejores decisiones.
De paso, también había fundado el budismo. Pero eso es otra historia.
25 septiembre 2013
Vipássana: la historia
Publicado por Un barquero chiquitito en 6:45 p. m. 0 comentarios
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01 septiembre 2013
Nadal y cuándo disfrutar del sufrimiento
Rafael Nadal es un deportista de élite. Uno muy bueno. Probablemente el mejor que ha habido en España. Eso tiene un gran ventaja para los españoles y es que semana tras semana podemos leer sus declaraciones en castellano. Y, como esas declaraciones suelen alejarse de las típicas frases inconexas de otros deportistas patrios, han surgido a su alrededor toda una serie de periodistas que van más allá del titular, intentando, a través de sus declaraciones y de su juego, desentrañar las claves de su fortaleza mental.
Porque el punto fuerte de Nadal es su mente. Una mente quizá no diferente a la del resto, pero que ha sido y es esculpida día a día por un entorno familiar donde se sabe lo que significa competir a alto nivel. No obstante, su carrera deportiva ha tenido muchos altibajos. Durante 2011, en una época de crisis tras perder repetidamente contra Djokovic, salieron a la luz unas declaraciones en las que hablaba de lo mucho que le había exigido su entrenador, y tío, Toni. No durante ese año. No. Lo mucho que le había exigido cuando era un niño. Nadal ganó su primer partido ATP (competiciones de nivel mundial) con 15 años. A los 19 recién cumplidos ganó su primer Roland Garros. De modo que aquellas declaraciones hablaban de la forma que tenía de entrenarse mucho antes de aquello. De los años que forjaron su carácter. No trascendió mucho más acerca de los métodos que utilizaba su tío para entrenarle. Sólo que Nadal los consideraba en esos momentos de crisis, de frustración por las repetidas derrotas con Nole, demasiado duros para un niño.
Sin embargo, pasaron los meses y Nadal, lejos de seguir compadeciéndose, entrenó con más ahínco, cambió su juego y comenzó a hablar en las conferencias de prensa de que una de las claves de su mejoría consistía en disfrutar del sufrimiento. Había pasado de quejarse de lo duros que habían sido sus entrenamientos cuando era un niño a apreciarlos. Cuando, poco después, tuvo que parar durante 7 meses debido a una lesión en su rodilla, es muy probable que esa mentalidad le ayudase y se afianzase, pues frases de ese estilo han copado las entrevistas que le han hecho desde su regreso.
¿Pero qué es eso de disfrutar con el sufrimiento? ¿Es Nadal masoquista? ¿Disfruta con cualquier clase de sufrimiento? Hasta donde sabemos, Nadal ha aprendido desde niño a permanecer tranquilo en situaciones de tensión. ¿Pero de verdad permanece tranquilo? Él dice que no. Que siente nervios como todo el mundo. Que la diferencia es que se toma su tiempo a pesar de ello para pensar. Y eso es lo realmente difícil. La tendencia general de las personas es a evitar las situaciones de tensión tomando decisiones rápidas. Decisiones de huida hacia adelante (ataque) o de huida hacia detrás. La tensión nos hace sufrir. Y la gente no quiere sufrir. Así que acorta el sufrimiento.
Pero el asunto es que esa tendencia de acortar el sufrimiento tiene todo el sentido del mundo. Si es algo tan común, y es absolutamente común, quiere decir que nos ha servido para sobrevivir como especie. Es decir, como regla general, grabada a fuego en nuestros genes, acortar el sufrimiento es muy útil. Muy útil para la especie. Es probable que por eso los entrenamientos de Rafa fueran y sigan siendo tan duros. Desde pequeño su tío le ha hecho ir contra su herencia genética, contra todos sus instintos, al alargar los periodos de sufrimiento mucho más allá de lo normal.
¿Por qué lo ha hecho entonces, por qué lo ha aceptado? ¿Qué le ha llevado a ir contra la naturaleza humana, convirtiéndose en un maestro en ello? ¿Cuál es su motivación? En sus comparecencias Nadal también lo explica. Aprendiendo a disfrutar de esos momentos de tensión tiene más tiempo para encontrar la mejor opción. No tomando decisiones rápidas por querer evitarse el miedo, zambulléndose y aceptando que el miedo es una parte natural de la vida, es capaz de superarse día a día en lo que él considera importante. Y aquí está un poco la clave. Nadal ha aprendido a sufrir, y a disfrutar de ese sufrimiento, siempre que se lo encuentre en el camino de lo que él considera importante. Ha descubierto una y otra vez que es necesario para superarse que, más que ganar, es lo importante para él.
Más que ganar, sí. Porque ganar no es su objetivo último. Para este chico, eso dice él también, lo más importante es mejorar. Aunque tampoco importa cuál sea el campo de mejora o que le lleve a ser rico y famoso. Como bien dicen su tío y él, no es bueno pensar que se es mejor que los demás por ser más capaz de lanzar una pelota al otro lado de una red.
Así, lo importante no es la actividad donde lo ha conseguido, sino que ha aprendido a aceptar que el sufrimiento es una parte esencial de la vida y que, si se interpone entre uno mismo y sus objetivos vitales, sus valores, su superación personal, hay que aprender a aguantar. Y, con el tiempo, disfrutar de ello. Hasta el punto de hacerlo y explicarlo frente a una audiencia de millones de personas.
Así, lo importante no es la actividad donde lo ha conseguido, sino que ha aprendido a aceptar que el sufrimiento es una parte esencial de la vida y que, si se interpone entre uno mismo y sus objetivos vitales, sus valores, su superación personal, hay que aprender a aguantar. Y, con el tiempo, disfrutar de ello. Hasta el punto de hacerlo y explicarlo frente a una audiencia de millones de personas.
Lo cual, como decía, es un privilegio para los españoles, que lo vemos más que nadie porque nuestros medios le dan prioridad, debido a sus triunfos, semana tras semana.
Entrevista a Toni Nadal en Jotdown.
Artículos sobre Rafa Nadal en Tennis.com
Artículo (uno de entre muchos) de Juan José Mateo sobre la fortaleza mental de Nadal.
Nadal y cuándo disfrutar del sufrimiento
Publicado por Un barquero chiquitito en 12:39 p. m. 0 comentarios
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