Hablaba en mi anterior post de cómo España, adalid del catolicismo hacia 1500, conquistó e hizo algo a medio camino entre colonizar y culturizar América.
De hecho, fue precisamente gracias a que España era católica que se hizo algo bueno en las nuevas provincias durante el dominio hispánico. Sí, bueno. Y sí, gracias al clero.
Hay que entender que en en la Edad Media el analfabetismo era la norma en Europa. Sólo algunos nobles sabían leer y escribir, normalmente con el objetivo de manejar sus tierras y sus ejércitos. En contraste, las órdenes religiosas habían sido guardianes y copistas de los pocos libros que se conservaban de la antigua Roma y Grecia y contaban con los únicos intelectuales.
Además, merced a la visión de monarcas integradores como Alfonso X, que supo reconocer el superior nivel cultural judío y musulmán, España pasó a liderar la educación superior europea al final de la Edad Media, primacía que se extendió hasta los siglos XV y XVI. Durante ese tiempo los monjes españoles pasaron de los monasterios a dirigir colegios mayores, menores y universidades. Por si fuera poco, también establecieron la meritocracia como requisito de acceso a la educación superior, reservándola, al menos sobre el papel, a los más capaces, independientemente de su origen.
Aún así, y como comentaba en mi anterior post, la influencia eclesiástica no impidió la conquista, genocidio incluído, ni la colonización, aunque sí suavizó la tercera y, a la postre, fue responsable de que Felipe II ordenase detener la primera a partir de 1573.
Mapa español del Mundo conocido en 1573. Visto aquí. |
También es probable que Felipe II tuviera otra buena razón para frenar la conquista: no había españoles suficientes para más territorio. Australia y otras islas cercanas se habían descubierto poco antes, pero nunca se intentó colonizarlas (curiosamente, eso lo aprovecharían muy bien los ingleses, quienes tras tomar Manila en 1762, usaron los mapas españoles que allí se guardaban para "descubrirlas" ellos mismos pocos años después).
Sin embargo, las tierras que ya se habían conquistado demostraron ser una fuente enorme de recursos. Para explotarlos los españoles torturaron a los indígenas, muchas veces hasta la muerte, obligándoles a trabajos forzados durante cientos de años.
Y mientras el oro y la plata fluyeron, a los clérigos se les permitió hacer mucho del bien que perseguían. Aparte de defender los derechos indígenas, fundaron escuelas, universidades u hospitales y exploraron los nuevos territorios y sus gentes con ánimo científico, anotando para la posteridad sus descubrimientos.
Por eso, y aunque la Iglesia acabó adoptando el camino sencillo de las conversiones forzadas y la educación católica, sin los franciscanos, dominicos, agustinos o jesuitas, los nobles españoles, ávidos de oro, plata y piedras preciosas, hubieran arrasado sin piedad con todo.
Y eso es precisamente lo que sucedió, la masacre indígena y el expolio sin miramientos, cuando otros países europeos, ya no católicos sino protestantes, realizaron sus propias colonizaciones.
Las bulas papales y la rebelión de Lutero.
El imprescindible papel de la imprenta y la primera lucha de clases global.
Al cabo de dos semanas se habían difundido por toda Alemania y, pasados dos meses, por toda Europa.
Tanta gente las leyó o escuchó a alguien leerlas que en pocos años unos 300.000 campesinos germánicos se unieron bajo un pensamiento único: reclamar lo mismo que Lutero y los nobles que le apoyaban: libertad religiosa y su parte de las tierras de la Iglesia.
Pero como ya hemos dicho, ése no era el plan ni de Lutero ni de sus socios. Sólo los nobles se podían beneficiar de la nueva doctrina. Así decía Lutero que había que tratar a los insurgentes:
Todo el que pueda debe aplastarlos, degollarlos y ensartarlos, en secreto y abiertamente, lo mismo que se mata a un perro rabioso. Por eso, amados señores, acudid en ayuda nuestra, salvadnos; que todos cuantos puedan, hieran, golpeen y degüellen, y si alguien alcanza la muerte, bienaventurado de él, pues no puede existir muerte mejor.
Una vez aniquilada la insurrección labriega, tras matar casi a la mitad de los insurgentes, los nobles y los militares que seguían las ideas de Lutero se encontraron con un doble botín: las posesiones eclesiásticas y un pueblo tan vapuleado y sumiso que no volvería a revelarse durante 300 años.
Monarcas y nobles de de la Europa septentrional no tardaron en ver las ventajas económicas del cisma. No ya sólo como medio de quitarle posesiones a la Iglesia sino también para sacudirse el dominio católico español, "contaminado" por la corrupción Papal, y cuyo monarca Carlos I, reinaba sobre un jugoso sector del centro de Europa.
Dominios europeos bajo el reinado de Carlos I (1516-1556). Visto aquí. |
Calvino o la doctrina de la predestinación.
Si las tesis de Lutero le otorgaron a nobleza europea un motivo para disputarle tierras y rentas al Imperio Español y quitárselas a la Iglesia, Calvino remató la faena con su doctrina de la predestinación.
Habiendo leído a Lutero, Calvino fue más allá, e interpretó que la Biblia decía que las vidas de las personas están predestinadas, eliminando de un plumazo la tradición cristiana de alcanzar la salvación siendo buenos y practicando la pobreza o la caridad, tanto económica como social. Así, según Calvino, cualquier protestante que se hiciera rico lo hacía por la gracia divina, aunque fuese a costa de pasar por encima de otras personas. Pongamos un ejemplo: según la nueva doctrina, Dios habría predestinado la muerte de 130.000 de los campesinos que creyeron que la Reforma también era para ellos. Y, todavía más importante: el dios protestante ya había dispuesto de antemano el subsiguiente aumento de la riqueza de los vencedores y de la pobreza de los vencidos.
La doctrina era tan atractiva para la clase dominante que se extendió rápidamente entre los gobernantes europeos y sirvió para justificar todo tipo de atrocidades en los siglos venideros, tanto por parte de los ricos como de los que querían serlo. El caso más claro puede que sea el de los Boers o los Afrikaners, que establecieron, merced a sus creencias religiosas calvinistas que les hacía creerse superiores, el Apartheid sudafricano y todo lo que ha conllevado durante 200 años.
Otros gobiernos o imperios coloniales protestantes, si bien no tan abiertos a la hora de declararse superiores y defender genocidios, actuaron como si lo fueran, tratando a los indígenas como animales e incluso alimañas a las que hubiera que exterminar.
El protestantismo en general, y el calvinismo en particular, estuvieron en la base moral de las colonizaciones europeas que siguieron y terminaron reemplazando a la española y portuguesa. Franceses, ingleses, holandes, alemanes o belgas establecieron un nuevo modelo colonizador en el que el beneficio económico se convirtió en el único argumento válido.
En resumen, el protestantismo y el calvinismo habían re-interpretado la palabra divina haciendo al hombre blanco, y con recursos, superior. Le habían mostrado el camino más rápido para conseguir más dinero y poder, librándole, por añadidura, de incomodidades de la moral católica, como el remordimiento por conseguir riqueza y retenerla, incluso aunque fuese a costa del sufrimiento de otros, o la obligación de ayudar a los necesitados.
Así, los nuevos colonos protestantes se lanzaron a la búsqueda de fortuna a través del expolio y a la caza del mayor beneficio en el menor tiempo posible. Con el beneplácito divino que les daban sus interpretaciones de la Biblia destrozaron países y sus poblaciones [1, 2]. Vamos, hicieron lo mismo que el imperio español, pero sin el freno benefactor que hasta entonces habían interpuesto los clérigos (intelectuales) católicos.
Del calvinismo a la eugenesia en una cómoda excusa: acumular riqueza.
La India pre británica, hacia 1700, era el país más rico del mundo. Su economía ascendía al 25% del PIB del planeta, más que toda Europa occidental junta. China no le iba a la zaga. Entre los dos países producían el 47% de la riqueza global.
Sin embargo, tras el expolio a la que les sometieron las potencias militares europeas durante 250 años, su PIB combinado había caído hasta minúsculo 5% mundial. Mientras, el europeo no había parado de crecer.
Quizá el ejemplo más brutal y más reciente de cómo se dio un cambio tan abrupto esté en las palabras de Churchill, afamado primer ministro británico hasta 1955, tras provocar la muerte por hambre de 4 millones de personas en Bengala:
"No deberían reproducirse como conejos"
“Odio a los Indios. Son un pueblo de animales, con una religión animal”
Pero Churchill sólo era el último de una larga lista de reyes y mandatarios británicos y europeos que se creyeron predestinados a masacrar a cualquier pueblo inferior mientras se quedaban con sus riquezas. Aunque el caso de la India, donde mataron a 165 millones de personas sólo entre 1880 y 1920, quizá sea el más paradigmático.
Sin embargo, y para desgracia del mundo, no fue una excepción. El Imperio británico hizo lo mismo en todas sus colonias, en todos los continentes. Países como Armenia, Kenya o Australia sufrieron la misma suerte.
Incluso Irlanda, país vecino aunque colonia a la postre, sufrió el despiadado yugo inglés: un millón de personas murieron de hambre entre 1845 y 1849 mientras la comida que les hubiera podido salvar salía del país hacia Inglaterra. Los irlandeses son de la misma raza que los ingleses pero eran católicos. Y, como bien podría haber dicho Calvino, estaban predestinados a ser pobres.
O en palabras del inglés Charles Trevelyan, encargado gubernamental de frenar la escasa ayuda inglesa en aquel entonces:
"el juicio de Dios envió la calamidad para enseñarle una lección a los irlandeses"
Trevelyan también diría que una hambruna así era un
"mecanismo eficaz para controlar la población".
Al amparo de tal creencia colectiva de superioridad, no es de extrañar que fuera otro inglés, Francis Galton, el que acuñase el término Eugenesia en 1883. Tras los descubrimientos de Newton, Darwin y compañía, la ciencia amenazaba con sustituir a dios en muchos ámbitos y, por tanto, existía la necesidad por parte de los poderosos de reemplazar la interpretación divina de la superioridad inglesa por una científica, más acorde con los tiempos.
La Eugenesia dio la pátina racional a las masacres made in Europe hasta bien entrado el siglo XX, incluyendo los diferentes genocidios (judío, gitano, eslavo) de la Alemania nazi. Pero como no hay mal que dure para siempre, el colonialismo clásico europeo fue finalmente sustituido por un nuevo modelo neocolonial, ligeramente menos brutal, liderado, eso sí, por una no menos protestaste o calvinista Estados Unidos de América. Pero de USA hablaremos más adelante.