08 junio 2013

¿Hay alternativas al alcohol?

Hace poco ha aparecido en los medios que el gobierno piensa hacer pagar a los padres los ingresos y cuidados hospitalarios de sus hijos cuando medie un coma etílico.

No deja de parecer ésta, como muchas otras últimamente, una medida para ahorrar en gastos médicos de la sanidad pública.

La diferencia estriba en que bastante gente está de acuerdo.

Culturalmente solemos pensar que las personas han de pagar por sus pecados. Así, vemos con más indulgencia al paciente de cáncer de pulmón que no ha fumado nunca que al que sí lo ha hecho. Y algo parecido puede aplicarse a este caso. La culpa de un hijo borracho, menor de edad, bien puede ser de los padres.

Pero claro, si miramos las estadísticas, la mayoría de los adolescentes asocia el divertirse el fin de semana con beber en grandes cantidades. Más o menos todos los padres lo deben estar haciendo mal.

El alcohol es muy reforzante. Deshinibe de inmediato y ayuda a entablar relaciones. Como se admite desde la psicofarmacología, es el "medicamento" más utilizado para superar la fobia social. También sirve para ahogar penas y preocupaciones. ¿Qué alternativa existe a algo así?

Sin duda las hay, pero son más costosas, tanto en esfuerzo como en tiempo.

Lo malo es que es probable que nuestros padres de adolescentes tuvieran parecidas costumbres en su juventud. Y, por tanto, no tengan alternativas que ofrecer

Así, estos padres van a pagar por no ser un ejemplo para sus hijos. Pero ellos tampoco tuvieron muchas oportunidades. Muy probablemente los abuelos y demás antepasados también fueron humanos, tendentes al cortoplacismo satisfactorio y, por tanto, tampoco resultaron el mejor de los modelos.

El resultado es un panorama desolador. Sin alternativas saludables, sin gente capaz de implementarlas y ofrecerlas, es posible que el número de casos de coma etílico disminuya a causa de la ley, pero será sustituido por intoxicaciones con otras drogas o, peor, por comas etílicos no tratados.

A menos que se haga el esfuerzo de ofrecer alternativas, menos satisfactorias a corto plazo y que, por tanto, requerirán una fuerte implicación hasta obtener beneficios a medio o largo plazo que las mantengan, éstas nunca se impondrán a la solución rápida de beber.

Libro recomendado: Addiction-Proof your child. Stanton Peele.



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29 mayo 2013

La belleza no está en el interior

Ser atractivo es el mejor predictor para el éxito en la vida. Es mejor ser atractivo (físicamente) que inteligente, que rico, que alto, que íntegro, que valiente, que prudente, que trabajador, que bueno o que malo.

No hay nada más importante. Incluso si ya te conocen y se pone en marcha el efecto de regresión a la media, según el cual alguien no atractivo pasa a ser normal cuando lo ves más veces, y alguien atractivo también pasa a ser normal.

Porque hay un efecto mucho más poderoso, el efecto halo: cuando vemos a alguien atractivo inmediatamente pensamos que también es inteligente y buena persona. Esto parece ser debido al efecto de primacía que ejerce la apariencia física. Como la apariencia física es lo primero que solemos percibir de una persona, es su atractivo (o falta de él) lo que nos guiará a través de evaluaciones posteriores.

Si unimos lo anterior al efecto pigmalion, que hace que una persona detecte de manera subconsciente lo que se piensa o se espera de ella, haciendo que actúe en la línea de no defraudar las espectativas, tenemos un cuadro de lo más políticamente incorrecto.

Pero los resultados están claros: las personas atractivas son más abiertas e intervienen antes en las conversaciones. Y esto es así porque los demás tienden a escucharles y alentarles más. A la larga, eso les hace ser más experimentadas y alcanzar mayores logros. Porque, a pesar de que no sean más inteligentes por ser atractivas, sí que resultarán ser más perseverantes porque la gente será más indulgente con sus errores. Y de la perseverancia nacerá el éxito, ya en la etapa escolar. Aunque, en esa etapa  también puede ser una fuente de problemas, pues puede exacerbar la independencia con respecto a los progenitores.

Sin embargo también hay un límite a la belleza. Si se es demasiado guapo, sobre todo si se es mujer, la gente pensará que se es malvado. E incluso puede que tengan razón.

Ahora bien, el tema fundamental sobre la belleza es quién saca partido de que las cosas sean así. Indudablemente las personas atractivas se lo sacan, sobre todo si viven en un entorno urbano. Pero la mayoría de ellas no le sacan todo el partido que podrían. Son más felices y cuando estás contento no te paras a pensar en cómo estarlo más.

Quien sí ha estudiado el tema a fondo es el mundo de la publicidad. Ganan un montón de dinero a nuestras expensas. Y no sólo socavando nuestros bolsillos, sino también nuestra felicidad y salud.

Recomendación: Pensar rápido, pensar despacio.




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23 diciembre 2012

El sentido de la fe


¿Qué es la fe? ¿Para qué sirve? ¿Supone una ventaja o una desventaja?

La fe se puede definir como el conjunto de creencias de una persona o de un grupo. Y nadie se libra de ella. Ni siquiera los flamantes científicos armados con su brillante método: 2 de cada 3 de los estudios que se publican se muestran falsos al intentar replicarlos. Incluso las personas mejor preparadas se dejan llevar por sus creencias y manipulan o tergiversan los resultados de sus experimentos para que estén de acuerdo con sus hipótesis iniciales. Y si el porcentaje de errores, aplicando la mejor herramienta que conocemos para ser objetivos, es de un 67% ¿a cuánto se elevará en la vida cotidiana la influencia de la fe?

¡Pero oiga! El hombre es un animal racional, ¿no? La respuesta es básicamente ésa: no. Es cierto que resulta mucho más agradable pensar que sí lo somos, pero la mayoría, la inmensa mayoría de nuestros razonamientos, son a posteriori. Es decir, razonamos después de actuar. Intentamos explicarnos a nosotros mismos por qué hemos hecho algo de una u otra forma, pero casi siempre después de, no antes. Y, al igual que nos gusta pensar que somos racionales (porque la alternativa no es muy agradable), también nos gusta dar razones placenteras, que concuerden con nuestras creencias o valores, a nuestros actos pretéritos.

Lo curioso es que todos somos así. Ese no ser racional está en nuestros genes. Nuestro cerebro no es una máquina sino que funciona tomando decisiones por la vía emocional. Y no le ha ido mal. Hemos sobrevivido. Con lo cual, de alguna forma, esta forma de funcionar ha de ser adaptativa, útil. O lo que es lo mismo, sin la fe nos habríamos extinguido.

Ésta es la hipótesis del documental Homo Sapiens-Prehistoria, de Juan Luis Arsuaga. En él se ofrece una explicación a por qué el ser humano se aventuró más allá de las más altas montañas y los más profundos océanos. Normalmente se da por cierto que de África salieron los primeros hombres obligados por la enorme sequía que asolaba el continente. Pero ¿qué les llevó a cruzar el congelado estrecho de Bering a pie? ¿y a escalar los Alpes, o el Himalaya? ¿Qué les impulsó a enfrentarse al océano y navegar durante días sin rumbo hasta llegar a Australia? ¿Fueron impulsados por una fe irracional, pero útil para la especie? ¿Les guiaron los más fervientes de entre ellos haciendo del Sol, Las Montañas o el Océano su dioses? Es posible.

¿Entonces está el ser humano preparado para ser un creyente? No sólo eso, sino que ser un gran creyente le ofrece una ventaja a quien lo es. ¿Ejemplos? Una de las características principales de las personas creativas es la enorme fe que depositan en sus ideas. Una persona muy segura de si misma (algo que objetivamente no podría darse), atrae mucho más que una dubitativa. Este deseo de seguridad lo utilizan las religiones o, más bien, los líderes religiosos. Imponen un orden, que les suele beneficiar más pronto que tarde, a cambio de ese plus que da creer en algo.

Y, sin embargo, ninguno de los dioses que se han ido revelando, a los distintos profetas que han existido, han tenido a bien contarnos nada acerca de las características del mundo que no podemos captar con nuestros sentidos. Ninguno de esos dioses nos habló nunca del espectro electromagnético no visible (de los Rayos X, por ejemplo) o de los electrones. Ninguno nos explicó la fotosíntesis, las vacunas, la penicilina o el ADN. Curiosamente, ninguno de esos dioses nos descubrió nada que no fuera conocido ya en la época de sus apariciones.

Si estamos donde estamos es gracias a gente que tuvo más fe en si misma que la que le ofrecían sus dioses.  Los seres humanos sobrevivimos como especie gracias a creencias inquebrantables, personales o grupales (aunque no fuera lo único que nos ayudó). Y, aunque se equivocaran en un 67% de las veces, los científicos han hecho nuestro planeta mucho más habitable. La pregunta es, ¿ahora que nuestra especie no corre peligro, no convendría alimentar nuestra capacidad de creer con nuevos objetivos? ¿Por ejemplo, con el de incrementar un poco ese 33% de resultados válidos alcanzados gracias a la fe y al método científico?


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13 octubre 2012

España se recupera ... en venta de armas

2010 fue un año muy malo para los exportadores de armas españoles. Pero 2011 ha sido diferente.  Gracias a la venta de armas por valor de 927 millones de dólares, hemos escalado una posición en el ranking, convirtiéndonos en el 8º mayor exportador mundial. ¿Quién dijo crisis?


Rank 2006-2011Rank 2005-2010Supplier2006200720082009201020112006-2011
11USA74047919646366568111998446536
22Russia51385496598052875881787435655
33Germany (FRG)26273234238324942476120614421
44France1717240020482037856243711495
55UK85310089981027113310706088
67China5974345931018133513565334
76Netherlands115812355125174405384401
89Spain8475946109972809274255



Fuente: Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo

Enlace a las bases de datos del instituto.



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05 octubre 2012

Fragile Childhood

El vídeo lleva 1,700.000 visitas en un mes. Ha sido creado por una ONG finlandesa que, desde 1986, está intentando concienciar a la gente del daño que sufren los niños de padres alcohólicos, o que beben de manera irresponsable mientras están al cuidado de sus hijos.


Los hijos de padres alcohólicos no sólo ven monstruos cuando son pequeños. Durante la adolescencia y en la edad adulta serán más proclives a tener problemas con adicciones, incluyendo el alcoholismo, de personalidad, ansiedad o depresión. Si bien haber tenido un progenitor alcohólico no implica necesariamente nada de eso, parece como si esta circunstancia actuase a modo de multiplicador de problemas.

Más grave es todavía que el niño o la niña sufra abusos sexuales. Al agravamiento de los síntomas anteriores se une la probable aparición de la esquizofrenia. Una asociación alemana creó una campaña hace unos años sobre el tema.



Lo peor de todo es que es que esos problemas psicológicos pasan de generación en generación. Padres con trastornos psiquiátricos, ya sean estos adicciones, depresiones, tendencia a los malos tratos, o comportamientos erráticos, machismo, etc. tienden a tratar a sus hijos, inconscientemente, de manera que también los adquieran, perpetuándolos.

La toma de conciencia de estos comportamientos patológicos es esencial para poner freno a la transmisión de los mismos. Estas dos asociaciones, la alemana y la finlandesa, lo saben y se lo toman como hay que hacerlo, en serio.

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Enlace a estudios longitudinales sobre la influencia de haber tenido un progenitor alcohólico.
Enlace a un artículo de El Mundo donde habla de abusos sexuales en la infancia y esquizofrenia.

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12 septiembre 2012

La radio, ese cajón de sastre

Mi radio :-)
Hace cosa de un mes me compré una radio. Básicamente la más barata que había que funcionase con batería, reprodujese mp3 y tuviese críticas no demasiado negativas por internet. Es tan simple que ni siquiera tiene dial. Almacena las emisoras que se detectan en mi casa y paso de una a otra dándole a un botón. Cuando empiezo a escuchar nunca sé en qué emisora he caído. Y no crean, tampoco es tan grave el asunto. De hecho hasta le he conseguido encontrar ventajas. Por ejemplo, como no sé qué emisora suena, suelo tener menos prejuicios hacia lo que se habla.  Es cierto que, si estoy el tiempo suficiente, suelo hacer elucubraciones acerca de cuál puede ser. Pero, como tampoco sigo mucho la radio, me sorprendo a menudo equivocándome en mis suposiciones.

Pues bien, esta noche me he puesto la radio para fregar. Tenía para un buen rato y me ha dado tiempo de escuchar una media hora de programa. Cuando he empezado a hacerlo parecían estar hablando sobre los derechos de las chicas de 16 años. Sobre si tienen o no la madurez para decidir, sin el conocimiento de sus padres, acerca de si continuar o no con un posible embarazo. Parecía que las tertulianas, todas chicas, estaban de acuerdo en que era difícil que esa madurez existiese. Los padres tenían que estar ahí y las chicas de 16 años necesitaban apoyarse en ellos. Incluso una, percibiendo cierta endeblez en el argumento, añadía que, aun en el caso de que los padres no fuesen buenos padres, la niña de 16 años debía tomar su decisión junto con ellos. Poco menos que para darles otra oportunidad de serlo (olvidando posibles maltratos, vejaciones, etc.). Llegado a este punto he comenzado a tener prejuicios. Ya sé de qué pie cojea esta cadena, me he dicho. Pero lo mejor estaba por llegar.

Al momento han pasado el turno a los oyentes y ha llamado un tipo hablando de que la madurez depende de la persona. Que llevaba 30 años estudiando el tema. Y yo me he dicho: vaya, alguien que parece saber de lo que habla. Hasta que ha dicho su nombre completo y que se dedicaba a la dactilopsicología. Y yo he pensado: ahora a este pseudocientífico lo echan a patadas...

Pues no. Le han ofrecido ir al programa cuando quiera. Han hecho publicidad de un libro suyo y le han tenido el triple de tiempo que a cualquier otro oyente.

Los últimos 5 minutos de fregoteo estaba tan cabreado que me metía mentalmente con cualquier cosa que dijesen las tertulianas. Pensándolo fríamente lo hacían bastante bien. Eran educadas, cortaban cuando tenían que cortar y animaban a los oyentes en todo momento. En casi cualquier otro contexto me hubieran gustado seguro.

Y al final las sorpresas: el programa no iba sobre el aborto, sino sobre el desarrollo (o declive) de las capacidades mentales a lo largo de la vida. No es un mal tema, la verdad. Y era Radio Nacional. La noche en vela.


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Enlace al programa donde, también en RNE, Luis Alfonso Gámez desmonta la dactilopsicología.

Enlace a una interesante teoría, ésta sí científica, que nos habla de la influencia cultural en el declive cognitivo. Viene a decir que aquellas culturas en cuyo lenguaje no existe la posibilidad de hablar de declive éste no se produce.

Enlace al fenómeno del prejuicio retrospectivo. Aquel que utilizaba Watson para, una vez que Sherlock Holmes le ha explicado cómo resolver un caso, decir que él también lo podría haber hecho. O como el que yo utilizaría si supiese qué emisora estoy escuchando para decir, a posteriori, que la podría haber adivinado (lo cual he visto que no es cierto).

Enlace a El cerebro ético, de Michael Gazzaniga. Una visión neurocientífica de los problemas éticos que se plantean habitualmente.

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14 agosto 2012

La inteligencia es la gran (des) conocida

Hace ya más de 100 años que el primer test de inteligencia (serio) vio la luz. Lo desarrolló un francés, Alfred Binet, publicándolo en 1905. El test apareció en un contexto nuevo para la época. Por aquel entonces Francia había decidido que todos los niños de entre 6 y 14 años debían estar escolarizados. A Binet le encargaron que  idease un método para colocar a los niños en diferentes clases en función de su capacidad.

Un siglo después, la inteligencia se ha convertido en lo que mejor sabe medir la ciencia psicológica. Aprovechándose de diferentes operaciones estadísticas y de miles y miles de pruebas realizadas en cada población del planeta, se han ido mejorando los test que la miden, adaptándolos a diferentes culturas y niveles socioeconómicos o de edad. Ninguna otra característica no visible, no medible directamente del ser humano, se cuantifica, ni de lejos, con tanta exactitud.

¿Pero qué es eso que sabemos medir tan bien? Según la Asociación de Psicólogos Americana, inteligencia es la:

habilidad de comprender ideas complejas, de adaptarse eficazmente al entorno, así como el de aprender de la experiencia, en encontrar varias formas de razonar, de superar obstáculos mediante la reflexión

Definida así, a día de hoy también se está más o menos de acuerdo en que inteligencia hay sólo una (se le suele llamar factor "g"). No hay inteligencias múltiples, como propone Gardner ni tampoco inteligencia emocional, de la que habla Goleman. Más bien se podría decir que de lo que hablan esos autores (el primero sin ninguna base científica y el segundo con alguna) es de capacidades. Pero como pusieron "inteligencia" en la portada de sus libros ahora son ostensiblemente más ricos y famosos.

Sí sabemos que la inteligencia es hereditaria. Mucho. Y que varía poco a lo largo de la vida. Tiene una base neurofisiológica que podemos traducir en la capacidad de interconectar y relacionar diferentes partes de nuestro cerebro. Algo que se realizaría desde una zona llamada corteza prefrontal, mucho más desarrollada en los humanos que en otros primates, siendo casi inexistente en la mayoría de los demás vertebrados (con excepciones, claro).

También está bastante comprobado que la inteligencia se relaciona, enormemente, con el éxito académico. Algunos estudios le llegan a otorgar más del 60% de la responsabilidad (siendo otros factores como la personalidad, el origen sociocultural, económico, etc. responsables del otro 30-40%). Con esas cifras en la mano, muchos críticos le dan la vuelta a la tortilla diciendo que los test de inteligencia no miden la inteligencia, sino la capacidad académica. Además se apoyan en que esos mismos niños que puntúan alto en los test, si fuesen tan inteligentes, una vez abandonado el mundo académico serían capaces de, siguiendo la definición dada arriba, adaptarse al mundo adulto y tener éxito. Y eso no ocurre tan a menudo (el estudio que mejor trata a la inteligencia como responsable del bienestar en la vida adulta no le otorga más del 20% de la responsabilidad!!).

Quizá sea verdad eso de que no se está midiendo bien la inteligencia. ¿Deberíamos abrirnos a la posibilidad de que haya más de una?

Como hemos visto antes, la inteligencia es lo que mejor hemos aprendido a medir. Supongamos que eso es cierto. ¿Qué puede estar ocurriendo para que se dé tal cambio al llegar a la edad adulta? ¿Por qué la gente inteligente no triunfa -tanto- en la vida? ¿Se requieren otra serie de habilidades? Sin duda. ¿Se les puede llamar inteligencia a esas habilidades? No. ¿Son las personas inteligentes menos capaces de desarrollar esas habilidades? Al contrario. La inteligencia es una capacidad que engloba a cualquier aprendizaje. ¿Qué ocurre entonces?

Pensemos en el lugar en el que podemos "encontrar" la inteligencia: el cerebro. Sabemos que el cerebro humano es el que más tiempo tarda en adquirir todo su potencial. Por ejemplo: un mono de 2 años tiene las mismas o más capacidades cognitivas que un niño de 2 años. La diferencia es que el mono apenas podrá adquirir más porque su cerebro ya no se desarrollará a partir de esa edad y el cerebro del niño seguirá haciéndolo hasta, a veces, bien entrada la veintena.

¿Y qué hace el cerebro mientras se está desarrollando, hasta esa veintena de años? Adaptarse al ambiente en lo posible. ¿Y cuál es el ambiente al que se tiene que adaptar un ser humano hasta llegar a la veintena? Principalmente, al escolar. Por eso existe esa enorme correlación entre inteligencia y éxito académico. Porque mientras nuestro cerebro se desarrolla, lo que más le exige es lo académico. Y también por eso, al abandonar ese ámbito, muchos de los niños más inteligentes se encuentran perdidos. Su cerebro se ha adaptado a un mundo que, de repente, ya no existe.

Porque, durante años y años, los profesores, los padres y la sociedad en general, han premiado a los niños que sacaban buenas notas y resolvían las tareas académicas. Con lo cual esos niños no se necesitaban buscar recompensas de otro estilo: ya tenían todas las que precisaban. En cambio, niños menos inteligentes, al no recibir las recompensas académicas, dadas en exclusiva a los primeros de la clase, se ven forzados a buscarlas en otra serie de capacidades: habilidades sociales, deporte, arte, etc. Capacidades que los más inteligentes no tocarán pues no las "necesitan" para tener éxito cuando son jóvenes.

¿Qué ocurre cuando llega la veintena? Que todos, sin excepción, han de salir al mundo real. Cada uno con las habilidades que su cerebro haya fortalecido hasta entonces. Cuando los que sólo han fortalecido las académicas se encuentran con el nuevo panorama su cerebro ya no es, ni mucho menos, tan flexible. En cambio, los demás, que se dispersaron más, puesto que no obtenían suficiente recompensa con sus logros académicos, estarán mejor preparados.

De todo esto se desprenden varias cosas:

  • la inteligencia es como la altura, el color de ojos, los padres... te ha tocado la que tienes. Hay que aceptarlo y sacarle el máximo provecho. Como al resto de tus características inamovibles.
  • la inteligencia, dentro del modelo académico actual, se utiliza en demasiados pocos ámbitos. No se enseñan metódicamente, como se pueden enseñar otra materias, habilidades sociales, empatía, arte... Y si se enseñan se hace minusvalorándolas. Si esto cambiase tendríamos que las personas más inteligentes, al igual que el resto, estarían mucho mejor preparadas para servir a la sociedad, lo cual redundaría en beneficio de todos. 
  • la inteligencia, como capacidad para enfrentarse a situaciones nuevas,  no se utiliza en casi ningún ámbito una vez abandonado el mundo académico. Porque la mayor parte de la sociedad no estaba dentro del reducido grupo que obtenía las alabanzas continuas de los profesores. Y como no las obtenían, no desarrollaron su inteligencia para enfrentarse a problemas complejos.
  • desde las escuelas se está premiando continuamente la inteligencia y no el esfuerzo. Con ello conseguimos gente inteligente inadaptada y gente no tan inteligente que no rinde lo que podría porque los docentes les dejan de lado. Gente inteligente a la que le encanta pensar en abstracto y gente, el resto, que aborrecen hacerlo. 

Lo más curioso de todo es que las personas inteligentes no necesitan apenas a los profesores. Captan las estrategias de aprendizaje al vuelo. Y los que no lo son tanto mejoran ostensiblemente si los profesores se esfuerzan en enseñarles estrategias de aprendizaje. Pero los profesores se sienten mejor pensando que la responsabilidad de que los alumnos buenos vayan bien sea suya. Y, de la misma forma, prefieren pensar que los que no van tan bien no tienen remedio.

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