Imaginen que antes de morir ahogados, asfixiados o derretidos a consecuencia del cambio climático, una enfermedad como la gripe aviar(ia) logra mutar y afectar a la especie humana de manera (muy) mortal. Aparte de que sería una forma rápida de averiguar si nuestro vecino es un replicante o un extraterrestre (flaco consuelo si tenemos que morir a las pocas horas), una enfermedad de este tipo pondría en jaque a la industria farmacéutica, que no parece estar preparada para responder a una demanda tan global y urgente de vacunas.
Es decir, suponiendo que nuestros queridos (o denostados) científicos dieran con una vacuna a tiempo de salvar a un porcentaje significativamente elevado de la humanidad, las plantas de producción con que cuentan las grandes farmacéuticas no serían capaces de producir dosis para todos a tiempo. En la actualidad dichas plantas producen medio billón de vacunas anuales de la gripe estacional (la de los inviernos que hace que te duela todo y tengas fiebre). Obviamente se podrían producir más pero ya no saldría rentable así que, con buen criterio (lo de quebrar y quedarse sin dinero todavía no es plato de buen gusto de muchas personas), la capacidad se va a mantener en sus niveles actuales.
Avisados quedan. Yo, por mi parte y visto lo visto, me haría amigo de un médico (que a su vez tenga buenos contactos) lo más rápido posible (si lo intentáis cuando la gente empiece a sucumbir a la pandemia probablemente le parezcáis unos interesados y será más difícil).
Visto en Effect Measure.
26 octubre 2007
¿Estamos preparados para una gran pandemia?
Publicado por Un barquero chiquitito en 11:59 p. m.
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