Los humanos necesitamos etiquetarlo todo. Hacerlo nos ahorra trabajo, nos permite universalizar términos y conocimientos, facilitando la comunicación con otras personas. Como contrapartida, en ocasiones las etiquetas pueden desembocar en prejuicio y discriminación.
Del mismo modo, en cada una de las ramas del saber sus estudiosos se esfuerzan por establecer y utilizar una terminología propia. A veces, esa terminología, que en la mayoría de los casos cumple la función de ahorrar trabajo, también puede frenar nuevos descubrimientos: se tiende a defender el término inventado por encima de los hechos que ya no lo respaldan.
A lo largo de la historia de la psicología, el cómo se ha entendido el funcionamiento del cerebro ha pasado por multitud de fases. De ser "algo" de lo que nada se sabía, se pasó a crear un paralelismo con las computadoras y, más tarde, a definir compartimentos estancos, cada uno de los cuales se encargaba específicamente de una sola tarea. Con el tiempo se comprobó que esos compartimentos se comunicaban entre sí: ni eran tan estancos ni tan monotarea. Ya en los últimos años todo parece complicarse. Si bien se mantienen ciertas pautas generales sobre dónde se realizan según qué tareas, se descubren variables nuevas por doquier. Millones de conexiones entre zonas, gran variabilidad estructural en función de la experiencia vital del individuo, nuevas funcionalidades por parte de neurotransmisores que ya se conocían o de otros que se descubren, la glia (células cerebrales diez veces más abundantes que las neuronas) se manifiesta como parte activa del procesado de la información...
Con el objetivo de poner un poco de orden a semejante flujo de nuevos descubrimientos, las nuevas técnicas de exploración cerebral se unen al análisis estadístico para decirnos en qué porcentajes están implicadas cada una de las zonas a la hora de realizar cada una de las tareas típicas. "Sorprendentemente" los resultados no parecen coincidir en exceso con lo que hasta ahora sabíamos; ni acerca de dónde se realizan las tareas, ni en las conexiones que se establecen entre diferentes áreas cerebrales para llevarlas a cabo.
Enlace al artículo de PLoS ONE
29 septiembre 2009
Redefiniendo el atlas funcional del cerebro
Publicado por Un barquero chiquitito en 7:11 p. m.
Temática:
Ciencia,
neurología,
psicología,
sociología
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