14 mayo 2008

Hablemos de sexo

Una de las más aceptadas hipótesis en evolución dice algo así como que "todo animal intenta que sus genes se transmitan a la siguiente generación". Esto se puede conseguir teniendo descendencia propia o cuidando de los hijos de familiares (que comparten parte de tu código genético). Por lo mismo, se supone que tendemos a proteger y auxiliar antes a un familiar que a un desconocido. Esta hipótesis se ve corroborada por el comportamiento observado en multitud de especies. Por eso llama la atención que una de ellas, la del grillo Teleogryllus oceanicus, no responda a lo esperado. En concreto, a los machos grillo de esta especie les da igual que una hembra se haya arrejuntado antes con un familiar suyo o con un cualquiera. Ellos pondrán el mismo esfuerzo (y semen si pueden) aunque la tranmisión de los genes ya estuviera garantizada por un hermano.

Sin embargo, ciertos gusanos tienen las cosas más claras que esos grillos y sí triplican sus "esfuerzos" cuando la paternidad está en juego.

Otro artículo, y ya hablando de humanos, se adentra en las pantanosas aguas que rodean a cualquier explicación acerca de la poligamia-monogamia. En él se trata de averiguar por qué nuestra sociedad desarrollada es mayoritariamente monógama pero sociedades en vías de desarrollo o históricas son y fueron claramente polígamas.

Mientras, en otro sitio explican, mediante teorías económicas y la de juegos, por qué a partir de los 30 quedan tan pocos hombres atractivos disponibles. Al final, más o menos acaban diciendo que fueron mujeres decididas las que escogieron a los buenos cuando eran jóvenes (alguno malo se colaría también), mientras las indecisas no elegían a ninguno. Así, lo que se puede deducir es que el grupo de solteros (y sin emparejar) de más de 30 está compuesto por indecisas y poco agraciados. Menudo plan para unas y otros.

Esto último me ha dejado un poco mosca porque se supone que yo pertenezco a ese grupo, pero no ha sido nada comparado con el cuerpo que se me ha quedado al ver que han hecho una película porno cuya temática consiste, básicamente, en que una docena de chicas se dedican a golpearle los testículos, de las más diversas maneras, a un único y sufrido representante de nuestro sexo. Y es que los tiempos han cambiado mucho desde 1930, cuando un test psicológico puntuaba negativamente el que una mujer se calentase los pies helados, pegándolos a su pareja, cuando se metían en la cama.

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