27 mayo 2008

No hay que perder la cabeza

Si los americanos de la serie Futurama tienen claro la importancia de mantener cerca las cabezas parlantes de antiguos presidentes estadounidenses, por lo que éstas les pudieran aportar, a un excéntrico ruso se le ocurrió, ya a principios del siglo XX, que guardar los cerebros de grandes psicólogos y neurólogos patrios podría también tener su utilidad.

Dicho y hecho: los sesos perfectamente conservados, y diseccionados, de grandes personajes del ramo como Pavlov y Vigovstky han ido engrosando las estanterías de esta curiosa biblioteca, que recibió su último libro (un nobel de física, por cierto) en 1989.

La biblioteca ha servido para que investigaciones rusas en el campo de la neurociencia tuvieran unas mentes más en las que apoyarse, aunque poco se sabe de los resultados obtenidos.

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