"Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia del amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque comporta el éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de ese gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad, esa terrible soledad en que la conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que al fin he hallado. Con igual pasión he buscado el conocimiento. He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber por qué brillan las estrellas. Y he tratado de aprender el poder pitagórico en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de esto he logrado, aunque no mucho. El amor y el conocimiento, en la medida en que ambos eran posibles, me transportaban hacia el cielo. Pero siempre la piedad me hacía volver a la tierra. Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor. Niños hambrientos, víctimas torturadas por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero no puedo, y yo también sufro. Esto ha sido mi vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me ofreciese la oportunidad." (Para lo que he vivido, Autobiografía)
"Quizá la esencia de la visión liberal pueda resumirse en un nuevo decálogo, que no pretende reemplazar al antiguo, sino sólo complementarlo. Como docente, los Diez Mandamientos que quisiera promulgar podrían enunciarse del siguiente modo:
- No te sientas completamente seguro de nada.
- No creas que merece la pena ocultar la prueba, pues ésta es seguro que saldrá a la luz.
- No te desaliente nunca pensar que no vas a tener éxito.
- Cuando encuentres oposición, aun cuando sea de tu esposa o de tus hijos, esfuérzate por vencerla con argumentos y no por la autoridad, pues la victoria basada en la autoridad es ficticia e ilusoria.
- No tengas respeto a la autoridad de otros, pues siempre se encuentran autoridades que opinan lo contrario.
- No utilices el poder para reprimir opiniones que creas perniciosas, pues si lo haces, las opiniones te reprimirán a ti.
- No temas parecer excéntrico al opinar, pues todas las opiniones ahora admitidas fueron antes excéntricas.
- Mira con más agrado la discrepancia inteligente que el asentimiento pasivo, pues si valoras como es debido la inteligencia, lo primero supone un asentimiento más profundo que lo segundo.
- Sé escrupulosamente veraz, aun cuando la verdad sea inconveniente, pues será aún más inconveniente si tratas de ocultarla.
- No sientas envidia por la felicidad de otros que viven en un paraíso de necios, pues sólo un necio puede creer que eso es la felicidad". (Un decálogo liberal-Autobiografía)
Bertrand Russell.
PD. No creo que haya muchas personas en el mundo capaces de cumplir ese decálogo (por supuesto me incluyo en las que no podrían). ¿Qué sucedió con este liberalismo que lo englobaba y lo entrelazaba todo: el amor, el conocimiento, la piedad, la sinceridad, el sentido crítico, la sinceridad y la humildad? ¿Cuándo dejaron de enseñarlo en las escuelas? ¿Se enseñó alguna vez?
De Bertrand Russell, el amor, el conocimiento, la piedad y la esencia liberal