Hace 28 años una joven jamaicana de 20 disputaba sus primeros juegos olímpicos en Moscú y se convertía en una heroína nacional al ganar una medalla de bronce.
A los 48, Merlene Ottey no podrá estar por 28 centésimas en los que serían sus octavos juegos, los de Pekín:
Visto en la sección de los Juegos Olímpicos de RTVE.La atleta eslovena Merlene Ottey, de origen jamaicano, ha fracasado, a sus 48 años, en su intento de convertirse en la primera atleta de la historia en disputar unos Juegos Olímpicos por octava vez.
En las pruebas de selección eslovenas que se han disputado en la localidad de Maribor, Ottey sobrepasó por 28 centésimas la mínima olímpica femenina para los Juegos de Pekín, que en la distancia en la que compite, los 100 metros, es de 11.32 segundos.
Si tuviera que apostar por una atleta limpia, entre todo el universo del doping que se mueve alrededor del atletismo de velocidad, lo haría por ella (a pesar de un controvertido positivo por nandrolona hace 9 años). Superada en repetidas ocasiones por fugaces velocistas que irrumpían en el panorama internacional durante unos pocos años (o incluso meses) para después desaparecer, Ottey nunca ganó unos juegos (aunque sí unos mundiales). Por poner un ejemplo, en los juegos de Sidney, con 40 años, quedó 4ª en la final de los 100m, sólo por detrás de Marion Jones, la griega Thanou y una compatriota suya que le aventajó en 1 centésima. Las dos primeras provocaron poco después escandalosos casos de dopaje.
De entre las atletas que le superaron en las grandes citas únicamente la estadounidense Gail Devers se mantuvo en la élite durante años (le ganó en dos olimpiadas, 92 y 96, precisamente cuando la jamaicana parecía no tener rival).
8 medallas olímpicas de plata y bronce además de otras 14 en mundiales al aire libre (record para atletas de cualquier sexo) le contemplan. Orgullosa hasta el extremo, su afán competitivo le obligó siempre a seguir demostrando al mundo que seguía allí. Es posible que si hubiera ganado una final olímpica alguna vez se hubiera retirado hace tiempo. O puede que ni siquiera entonces hubiera tenido suficiente.
Muchos son los que dicen que simplemente no sabía competir en las grandes citas. En su época dorada, y durante años, ganaba todas las carreras de antes y de después de los juegos pero "fallaba" en la más importante. A veces estrepitosamente y en otras ocasiones quedando segunda por una milésima. En mi opinión, y volviendo al tema del dopaje, puede entreverse otra posible razón. Durante el año, cuando ganaba Ottey de forma aplastante carrera tras carrera, nadie se atrevía a utilizar los últimos avances en materia de dopaje, por si acaso los laboratorios empezaban a investigar. Pero los juegos olímpicos y los mundiales eran otro cantar. Una medalla de oro bien valía (tanto económicamente para los patrocinadores como en materia de prestigio y gloria para el atleta) el riesgo de ser pillado además del importante riesgo para la salud (sobre todo en velocistas). Así, para llegar a esas grandes citas al máximo, los atletas se metían (y se meten) todo lo que no habían utilizado durante el año, los últimos descubrimientos en materia de dopaje todavía indetectables.
Por unas razones o por otras, Ottey era superada siempre en esos momentos cumbres. Pero, si bien no me parece (nada) descabellado dudar de atletas que sólo aparecían en gran forma en esos eventos, olimpiadas y mundiales, sí me lo parece desconfiar en ese sentido de una mujer que se mantuvo en la élite durante más de 24 años. Aunque sólo sea por las consecuencias para su salud que hubiera tenido doparse, dado que ella sí mantenía el mismo nivel durante toda la temporada, ganando carreras desde enero hasta diciembre.
Por todo ello, en cualquier caso, y según mi propio ranking, ella, y no muchas de las otras que la superaron desvaneciéndose después, es la campeona.
27 julio 2008
Merlene Ottey
Publicado por Un barquero chiquitito en 5:22 p. m.
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