O lo que es lo mismo: hacer ejercicio te hace más inteligente.
Veamos la historia completa:
Para medir la memoria espacial de los ratones se suelen utilizar los laberintos (se trabaja con estos roedores porque su cerebro es muy parecido al nuestro, aunque a escala, en cuanto a estructura y funcionamiento).
Uno de los más empleados es el Laberinto de agua de Morris. Consiste en un barreño cilíndrico, de unos 2 metros de diámetro y medio metro de profundidad, que se rellena de agua opaca (teñida de blanco) hasta la mitad. Por debajo del nivel del agua se coloca una pequeña plataforma cilíndrica que se utiliza como salida del laberinto. Cuando el ratón la alcanza se le saca del barreño.
Los ratones son sometidos varias veces a esta prueba para comprobar su memoria espacial. Los más "inteligentes" recuerdan enseguida dónde estaba la plataforma de salida y nadan directamente hacia ella en cuanto se encuentran en el agua. Para comparar a unos con otros se mide el tiempo empleado y la distancia recorrida.
A finales de los 90 unos investigadores se encontraron con unos ratones que rápidamente pasaron a ser los campeones del laberinto de agua. La única diferencia que encontraron en estos nuevos participantes fue que, antes de afrontar el laberinto, habían disfrutado de una de aquellas ruedas para correr dentro de sus jaulas.
Intrigados por el descubrimiento (por aquella época se creía que las células cerebrales humanas no se regeneraban a partir de los 3-6 meses) decidieron hacer más pruebas. Inyectaron un divisor celular a unos cuantos ratones y les extirparon trocitos de cerebro. Les dejaron "vivir" un tiempo más y, en la autopsia, se dieron cuenta de que el cerebro de todos ellos se había regenerado. Pero la regeneración en ratones ejercitados en una rueda había sido hasta 3 veces mayor que la de aquellos que no hacían ejercicio.
Algo parecido se hizo con enfermos de cáncer terminal que decidieron donar sus cuerpos a la ciencia. Aunque a estos no se les extirpó ningún trozo del cerebro, el tumor se encargó de hacerlo, en la autopsia se corroboraron los resultados obtenidos con los ratones.
Hoy en día para analizar cerebros vivos se recurre desde hace unos años a las fMRIs. Estas resonancias no ven las neuronas sino el flujo sanguíneo. Se ha comprobado que dicho flujo se incrementa más en las zonas donde existe neurogénesis si el cuerpo donde está ese cerebro hace ejercicio.
Además, diversos estudios relacionan la actividad física con un decremento en la degeneración (que afecta principalmente al hipocampo) producida por enfermedades como el alzheimer.
Visto en The New York Times.
Nota personal: los ratones no tienen la posibilidad de estudiar que sí tenemos los humanos. No obstante ¿quién puede estar todo el día estudiando?
21 agosto 2007
Mens sana in corpore sano
Publicado por Un barquero chiquitito en 8:53 a. m.
Temática:
neurología,
Salud
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