16 febrero 2007

Diario de un tipo con (poca) suerte

Estaba yo comprando mis cereales para el desayuno en el supermercado cuando veo que una mujer de unos veinte años me mira con descaro. Sin sorprenderme en absoluto, puesto que, dado mi atractivo físico, esto me sucede a menudo, me acerco a ella y le pregunto si le gustan más los Frosties o los Smacks. Aunque yo sabía de antemano que ella era una chica Smacks, pues una de mis grandes habilidades innatas es que tengo muy buen ojo para distinguir qué clase de cereales come una mujer en el desayuno. Esto puede parecer una tontería, pero ellas aprecian sobremanera que un hombre sepa qué caja coger para acompañar la leche por las mañanas.

Pero a lo que íbamos, la chica me contestó que Smacks (por supuesto) y acto seguido me preguntó si quería tener sexo con ella. No falla, una Smacks siempre quiere sexo después del desayuno. Si hubiese sido una chica Frosties me hubiese dicho que su marido trabajaba en una empresa de venta de coches y que llevaba 6 meses consecuitivos siendo el que más vendía. Pero no hubiese habido sexo. Las chicas Frosties te hacen perder el tiempo. Hay que evitarlas. Por eso aprecio tanto mi habilidad innata para detectarlas.

Fuimos a su casa y ya antes de cerrar la puerta estábamos desnudándonos el uno al otro. Pasamos rápidamente por la puerta de la cocina pero yo, que soy un tipo listo, logré echar un vistazo a su interior y vi todo lo que necesitaba: 3 cajas de Smacks encima de la encimera. Ésta es una verdadera chica Smacks, me dije mientras pensaba en las maravillas que me esperaban.

En cuanto llegamos a su dormitorio me tiró encima de la cama y empezó a atarme con una cuerda que había salido de alguna parte. A mí no es que me vaya mucho ese rollo, pero como yo también soy un chico Smacks me dejé llevar. Cuando terminó de atarme las muñecas y los tobillos, a cada una de las esquinas de la cama, se puso sobre mí y me susurró al oído: "nadie te ha hecho lo que yo te voy a hacer". He de admitir que no esperaba menos de ella, pero la frase me puso a mil. Mil que bajaron a cero cuando vi que sacaba un cuchillo del cajón de su mesita y ¡me hacía un corte en la pierna! Con una mirada traviesa, que contrastaba con lo atónita de la mía, pasó su lengua por todo mi cuerpo hasta llegar a la herida y allí empezó a chuparla hasta que la sangre dejó de manar. Yo, que me había puesto un poco nervioso me dije: bueno, está bien, la verdad es que esto no lo había probado y tampoco ha estado mal... Pero mientras pensaba eso la muy .... volvió a coger el cuchillo y me hizo un montón más de cortes por todo el cuerpo. ¡En mi maravilloso y escultural cuerpo! Vale que me haga uno para pasar el rato, pero ¡esa chica no tenía medida! Así que me solté en un santiamén y sin inmutarme ni dar muestras de estar alterado le dije que ya era suficiente. Ella pareció reflexionar por un momento y decidió que yo tenía razón, así que fue hacia el armario y ¡sacó un pico!. Y yo... yo salí por piernas.

A partir de ahora sólo mujeres Frosties.

Visto en Boing Boing.

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