Aunque sea algo "bueno" e incluso verdad.
Carol Deck, psicóloga de la Universidad de Standford, ha hecho muchos experimentos al respecto.
Después de hacerles unos test de inteligencia a unos niños, les decía lo bien que les habían salido. Pero cambiaba la forma de hacerlo. A unos les decía lo listos que tenían que ser para haberlo hecho tan bien y a otros, por el contrario, les alababa el duro esfuerzo realizado para alcanzar resultados tan buenos. La reacción de unos y otros era diametralmente opuesta. Mientras los primeros evitaban volver a hacer cualquier otro test que pudiese negar lo inteligentes que eran, los segundos ardían en deseos de nuevos desafíos ante los que se preparaban continuamente. Es más, si volvían a hacer un test, los primeros, avergonzados si sacaban peor nota, mentirían hinchando sus calificaciones para demostrar que su inteligencia no había disminuido.
En sus estudios, esta psicóloga ha hecho que los niños tengan comportamientos de todo tipo, muchos de ellos nada políticamente correctos, exponiéndolos a pequeñas variaciones como la explicada arriba.
En otro estudio realizado con adolescentes, después de comprobar que a los que se les hubiera incentivado las ganas de aprender y el tener la capacidad para ello obtenían muchos mejores resultados que a los que no, se informaba a todos ellos de que la neurología había descubierto (lo cual es cierto) que el cerebro, y por tanto la persona, tiene una gran capacidad de aprendizaje (y de cambio de la personalidad). Al conocer este simple dato, los adolescentes cambiaban radicalmente y los que estaban convencidos de que eran incapaces de aprender dejaban de estarlo.
Visto en Newsweek (vía los comentarios de The Frontal Cortex)
28 mayo 2007
¿Cómo influye lo que te digan?
Publicado por Un barquero chiquitito en 7:45 p. m.
Temática:
psicología
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