Sensibilicémonos

Cada vez que leo una noticia diciendo que el gobierno lucha contra el cólera, la malaria o cualquier otra enfermedad sensibilizando a la población me cabreo. Hace falta tener cara dura para dejar vivir a la gente entre montañas de basura, aguas estancadas, sin agua corriente, luz o alcantarillado y echarle luego la culpa por no cumplir las normas básicas de higiene.

Dicho esto y sólo por hoy, voy a hablar de la parte de culpa que sí tiene ese pueblo que vive en condiciones tan miserables: da la impresión de que la gente en Angola cree que tampoco están tan mal. Para ellos las oportunidades no pasan por la exigencia de sus derechos sino por aprovechar la ocasión propicia que les ayude a salir del pozo en el que viven. Ven a un gobierno corrupto, tanto en la capital como en las provincias, protestan por ello en sus conversaciones pero, en realidad, continúan a la espera de ese pedazo de cielo al que poder ascender mientras el resto se sigue pudriendo debajo. Tienen más envidia que querencia de cambio global. No entienden, y esto es sumamente trágico pues ofrece una visión muy clara de su nivel educativo, que tendrán más posibilidades si van en grupo, si trabajan en grupo, si protestan y exigen sus derechos en grupo. Aunque alguien se lo explique, ese concepto es difícil de asimilar si no se practica (y después de 40 años de guerra ya nadie se acuerda de ello). Sobre todo si el nivel de individualidad es tan alto que todo el mundo quiere tener un móvil más caro que su vecino. Tan elevado como para dejar de llevar comida o medicinas a casa y poder así gastarse 700 euros en el último Nokia. Para pasar por alto que vivir en sociedad tiene importantes ventajas que ellos no aprovechan.

El gobierno tiene la gran mayoría de la culpa, sí. Pero no olvidemos que los que hacen y harán a los gobiernos cambiar son los pueblos. Y el de Angola, de momento, está en modo "sálvese quién pueda".

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