África es la cenicienta entre los cinco continentes. Sobre todo el África negra es un caos político y económico. Cuando sus más de 20 países lograron la independencia hacia la mitad del siglo pasado prevaleció la euforia. Después del largo yugo de la era colonial, se suponía que el progreso, el bienestar y la justicia triunfarían. Después de 50 años la situación política y económica en la mayoría de los países africanos es traumática. El desgobierno de tiranos rapaces y sanguinarios como Idi Amin de Uganda y Jean B. Bocassa de la República Centroafricana, el socialismo romántico de Kwame Nkrumah en Ghana y el racismo despiadado anti-blanco de Robert Mugabe en Zimbabwe han causado cientos de miles de víctimas y astronómicas pérdidas económicas. Guerras intestinas y pugnas tribales son el cáncer de numerosos estados, que no encuentran ni paz ni progreso. Políticas de desarrollo equivocadas y ayuda extranjera mal orientada y administrada se juntaron para provocar crisis tras crisis. De este círculo vicioso no parece haber salida. No hay ni la remota esperanza de ver la luz al final del túnel.Peter Schenkel, de nacionalidad alemana, reside más de 30 años en el Ecuador.
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